Cuando una pareja quiere y (todavía) no puede tener hijos, entran en un espiral de emociones que se van incrementando a la medida que van sometiéndose a pruebas médicas y nuevos tratamientos. Cada intento es una nueva esperanza, pero también resulta un estrés que se va incrementando progresivamente.
Como consecuencia, el estado de ánimo la interpretación que hacemos de los acontecimientos del día a día, nuestra rutina, nuestras relaciones con los demás... todas estas áreas se ven afectadas, tanto a nivel individual como de pareja.
Como en cualquier otra situación, el acompañamiento psicológico tiene la finalidad de ayudar al/a los paciente/es a conseguir un mayor bienestar y una mejora en la salud mental, que se traduce en un mayor bienestar.
En el caso de los tratamientos de infertilidad, la situación no es distinta: el terapeuta debe proporcionar a la pareja el apoyo emocional necesario para que sean capaces de enfrentarse al tratamiento de fertilidad y todo el desgaste emocional que éste supone.
Algunos de los puntos clave son:
- Ofrecer un espacio en el que la pareja pueda expresar sus emociones e inquietudes libremente, sin ser juzgados.
- Asegurarse de que la pareja cuenta con información sobre la infertilidad veraz y científicamente contrastada en cada etapa del proceso; de tal manera que sean conscientes de cada uno de los pasos y puedan tomar decisiones acorde con la información con la que cuentan.
- Proporcionar las herramientas, técnicas y estrategias necesarias para que puedan gestionar cada una de las etapas del tratamiento y las emociones que se deriven de forma sana minimizando, así, los efectos del estrés inherente al proceso.
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