Los "quiérete mucho" que encontramos por todo internet, en frases inspiradoras, en tacitas "cuquis"... e incluso que escuchamos de la voz de personas cercanas (por supuestísimo, ¡con la mejor de las intenciones!) no mejoran nuestra autoestima. A este tipo de pseudoconsejos los llamo "consejos-Google". Cuando nuestra autoestima no está en plena forma, cuando queremos reforzarla o trabajarla, no nos basta con que nos digan que tenemos que querernos más. Eso ya lo sabemos. Justamente es lo que queremos conseguir: nuestro objetivo.
Recordarlo no nos acerca a nuestra meta; al contrario, nos hace sentir impotentes e inevitablemente nos preguntamos: ¿cómo? Incluso podemos llegar a la conclusión de que si es tan fácil para el resto y a nosotros nos resulta tan difícil, es que hay algo que no va bien en nosotros a nivel emocional. Como resultado, nos sentimos todavía más lejos de conseguirlo.
Que nos digan "debes quererte mucho", es como si sufrimos ansiedad y nos dicen que debemos relajarnos; o si nos preocupamos de forma obsesiva y nos dicen que debemos darle menos importancia a las cosas; o si estamos alicaídos y nos dicen que debemos animarnos. De poco nos sirve.
Por eso yo propongo ir a la raíz de la baja autoestima; trabajar los aspectos internos que nos llevan a no querernos tanto como nos gustaría; a explorar las creencias limitantes que pueden hallarse en el origen de nuestra autoestima no-tan-sana-como-nos-gustaría; a considerar qué es lo que pensamos, sentimos o hacemos de manera mejorable, para hacerlo de forma potencialmente más sana y, así, poder optar por una forma de pensarnos, sentirnos y comportarnos que promueva nuestro bienestar emocional.
Todo lo anterior no es fácil de trabajar, ni rápido; sino que forma parte de un proceso de desarrollo personal y es mucho más efectivo que un "quiérete mucho".
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