Cuando discutimos, hay un momento en que la discusión ya no trata sobre el tema que generó la discusión en cuestión, sino que pasa a tratar sobre qué tan escuchados/as, vistos/as, tenidos/as en cuenta, valorados/as nos estamos sintiendo.
Y es a partir de entonces cuando tenemos dos cuestiones a resolver:
- La funcional: el motivo de discusión inicial.
- La relacional: la consecuencia a nivel emocional, la que nos acerca o nos aleja de nuestra pareja, aquella que nos hace sentir más o menos conectados/as.
Es posible que, tras una discusión, decidamos acercarnos con un beso o un abrazo, que hagamos las paces a través de acciones físicas que nos ayudan a recuperar la conexión emocional, a sentirnos más cerca de nuestra pareja y, por lo tanto, más abiertos/as a hablar, a intercambiar puntos de vista y sacar conclusiones que nos ayuden a construir. Y eso está bien. Muy bien, de hecho. Y, aunque se nos pase el enfado, aunque nos sintamos más abiertos/as a dialogar (algo, sin duda, positivo) no nos encontramos ante una solución «real» en tanto que duradera y extensible a situaciones futuras, pues seguimos teniendo cuestiones por resolver.
La primera, que compete a cuestiones más funcionales, y que seguramente requiera que acerquemos posiciones, negociemos e intentemos llegar a un acuerdo con el que ambas partes se sientan cómodas.
Y la segunda, que está más relacionada con la conexión emocional, con el habernos sentido poco escuchados/as, vistos/as, tenidos/as en cuenta, valorados/as.
En realidad, un acuerdo puede ser relativamente asequible; pero sentirnos conectados/as con nuestra pareja es más bien una carrera de fondo, algo que se construye día tras día, acción tras acción.
Por eso es conveniente que exploremos cuándo nos sentimos conectados/as emocionalmente con nuestra pareja y cuándo no. Cuándo nos sentimos escuchados/as con atención, respeto, empatía y validación, y cuándo no. Cuándo nos sentimos vistos/as, que contamos con un espacio en el pensamiento de nuestra pareja y que ésta nos tiene en consideración, y cuándo no. Cuándo nos sentimos tenidos/as en cuenta, que nuestras necesidades son importantes y están siendo contempladas, y cuándo no.
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