Una actitud positiva nos proporciona sentimientos agradables y felicidad; nos provee de energía y hace que sea más probable que consigamos nuestras metas. ¡Incluso nuestra salud mejora gracias al pensamiento positivo!
Tanto el pensamiento positivo como el negativo son contagiosos: los contagiamos a otras personas, y éstas nos los contagian a nosotros de igual forma; a través de palabras, actitud, pensamientos, sentimientos... y del lenguaje corporal.
Para experimentar los beneficios del pensamiento positivo, podemos rodearnos de personas positivas. Pero ¡NO esperes a que los demás te contagien su actitud positiva; sé tú quien contagie a los demás! ¿Cómo? ¡Sigue leyendo!
Es fácil estar alegre cuando todo va según lo planeado. Sin embargo, a menudo la vida nos da un revés y nos encontramos en situaciones difíciles. Cuando esto sucede, tenemos que tomar una decisión: podemos elegir entre experimentar dichas situaciones como negativas; o bien podemos hacer una lectura distinta y entenderlas como retos y oportunidades para ir más allá de nuestra zona de confort y aprender. ¡La elección es nuestra!
Los optimistas siempre buscan lo bueno de cada situación, incluso si se trata de un problema o una dificultad. De hecho, ven las dificultades como oportunidades para desarrollarse y aprender, para crecer como persona.
No, ¡no es cosa de magia! Te invito a que tú mismo/a lo pruebes. Pregúntate: ¿qué puedo aprender de esta experiencia? Al hacerlo, estarás desarrollando pensamiento positivo. Además, adoptarás una actitud positiva hacia ti mismo/a, hacia las personas que te rodean y hacia la vida.
Solo podemos tener un pensamiento a la vez, así que asegúrate de que éste sea positivo. Para ello, céntrate en el objetivo: busca formas de mejorar la situación, en lugar de centrarte en lo que salió mal.
Desarrollar una actitud positiva puede ayudarte de más formas de las que podrías imaginar. Si crees que tú solo/a no puedes, busca ayuda.
Montse Cazcarra
Psicóloga Sanitaria
672040836
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