Las discusiones son un tema delicado. No nos gustan los conflictos, no nos gustan las discusiones. Y lo anterior, en mi opinión, viene dado como resultado de utilizar la palabra «discusión» como sinónimo de conflicto que escala rápidamente, bronca o pelea.
Nadie nos enseña a gestionar nuestras emociones; tampoco los conflictos. Como resultado, es fácil que una discusión escale y se convierta en un enfrentamiento incómodo y poco constructivo.
Cuando en consulta digo que discutir está bien, a menudo, sorprende.
Según la RAE, discutir es contraponer opiniones sobre algo. Algo parecido entiendo yo: para mí, las discusiones son un espacio en el que expresarnos, en el que poner sobre la mesa aquello que necesitamos, o aquello que nos molesta.
El «problema» es que no siempre discutimos en el mejor momento (quizás, cuando llegamos a casa, cansadas/os y agobiadas/os del trabajo, p.e.); y, para mí, también es un «problema» hablar desde el ego, e iniciar una discusión tras una queja en forma de reproche o de pullita.
Por ello, en consulta, trabajamos para intentar que las discusiones sean justamente eso, un espacio en el que expresarnos; pero un espacio seguro.
Esto es:
🌱 Un espacio en el que nos expresemos desde la empatía
🌱 con respeto
🌱 velando por nuestras necesidades
🌱 expresándonos de forma asertiva, protegiendo nuestro bienestar
🌱 a la vez que teniendo en cuenta las necesidades de nuestra pareja
🌱 entendiendo que está bien tener necesidades u opiniones contrapuestas, que son todas legítimas
🌱 recordando que nuestra pareja no es el enemigo
🌱 y apostando por la flexibilidad, en tanto que esta permitirá la negociación y posibilitará llegar a un acuerdo que beneficie a todas las partes.
Nota: este post NO aplica a relaciones en las que se dan situaciones de abuso/maltrato; ni a situaciones en las que hay 0 reciprocidad y en las que sentimos que somos los/as únicos/as que tiramos del carro y que hacemos concesiones, frente a la rigidez absoluta de nuestra pareja. Sino que aplica a relaciones sanas, donde hay respeto, pero en las que sentimos que el vínculo, a raíz de discusiones «mal» gestionadas, se va deteriorando y empezamos a distanciarnos.
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