Dicen que la intención es lo que cuenta y, aunque a menudo utilice esta frase hecha, no estoy de acuerdo con ella.
Si bien es cierto que tener intención de hacer algo es imprescindible, no es necesariamente suficiente para estar satisfechos, ni mucho menos para conseguir los objetivos que nos proponemos.
Pensemos en términos concretos. Pongamos que queremos aprender a ir en bici. Que tengamos la intención de hacerlo no nos da las habilidades necesarias para pedalear. Tenemos que arriesgarnos, subirnos a la bici y lanzarnos. Sólo así podremos conseguir nuestra meta.
Y quien dice ir en bici, dice aprender un idioma, ponernos en forma, comenzar un proyecto, aspirar a un ascenso, llevar una vida más sana... Del mismo modo que si nos compramos un libro o nos descargamos una App y no los utilizamos, no aprenderemos un idioma; si nos compramos unas zapatillas deportivas o una bici y no las utilizamos, no estaremos en forma.
Debemos cuestionarnos por qué no nos ponemos realmente manos a la obra, ¿por qué lo evitamos? Quizás porque resulta más fácil no hacerlo. Quizás porque el pensar que "estamos en ello" ya nos resulta suficiente ("lo haré la próxima semana, hay tiempo", nos decimos). O quizás por miedo a poner toda la carne en el asador, y no conseguir aquello que queremos (te recomiendo leer este artículo sobre el miedo al fracaso).
Conocer los motivos por los cuales dejamos de lado nuestras metas, sin duda nos ayudará a poder hacerles frente desde la perspectiva adecuada.
Septiembre es como un "nuevo lunes"; una nueva oportunidad para volver al gimnasio, empezar la dieta... ¡y ponerte en marcha, sea cual sea tu objetivo!
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