Son evidentes las razones por las que debemos ser amables con los demás. De hecho, a nadie se le ocurriría preguntar porqué debemos serlo. Es obvio.
Pero, ¿y qué pasa con nosotros mismos?
Nuestro diálogo interno nos acompaña cada día, prácticamente a todas horas. En ocasiones nos aconseja sobre cómo actuar; en otras ocasiones opina sobre nuestras acciones - incluso también sobre lo que pensamos -. Hasta aquí todo bien. La cuestión es qué sucede cuando este diálogo interno contiene palabras, expresiones y juicios que no se nos ocurriría decir a los demás.
Este trato mejorable hacia nosotros mismos es tanto causa como consecuencia de una autoestima que no pasa por su mejor momento. La buena noticia es que está en nuestra romper el círculo vicioso y cambiar la situación.
Un ejemplo sería: en vez de pensar "soy un inútil, siempre lo hago todo mal" (porque no te sale bien algo), podrías decirte "no se me da bien". Otro ejemplo podría ser: "al final voy a acabar sola, como de costumbre" podría sustituirse por un "podría revisar la forma en que me comunico para mejorar mis relaciones".
En definitiva: se trata de transformar un pensamiento destructivo que no nos lleva a nada, por uno que nos ayude a mejorar y que posiblemente nos indique el camino de cómo hacerlo.
Puedes leer más sobre los mensajes que te envías en este artículo. Y si tienes curiosidad por el origen de estos mensajes, puedes leer este otro artículo sobre creencias limitantes.
Si llevas toda la vida hablándote así no será fácil cambiar tu forma de hablarte. ¡No desesperes! Y recuerda que la ayuda de un profesional que te acompañe en el camino puede marcar la diferencia, ya que es posible que tengamos el diálogo interno negativo tan arraigado que no veamos las cosas con perspectiva.
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