No siempre recibimos la educación emocional necesaria. Y no siempre contamos con el tiempo, la energía y la predisposición para aprenderlo y, sobre todo, aplicarlo en la edad adulta.
Como consecuencia, ponemos nuestras esperanzas en la capacidad de las personas que nos rodean para calmarnos, tranquilizarnos y proporcionarnos el bienestar que tanto ansiamos proporcionarnos a nosotras y nosotros mismos.
Craso error 🤦♀️🤦♂️
Nosotras y nosotros debemos ser los únicos responsables de la gestión emocional de nuestras propias emociones.
Eso sí, podemos pedir ayuda: ayuda para identificar, entender y digerir esas emociones que nos resultan más intensas.
PERO pedir ayuda es distinto a delegar, o a esperar que sean los demás quienes nos proporcionen una solución a nuestra situación.
Por eso, es mucho mejor apostar por ser uno mismo o una misma quien gestione el malestar emocional. Y, si no sabemos hacerlo, ¿por qué no aprenderlo? 😉
Esta es justamente mi propuesta: darnos respuesta a nuestras propias necesidades emocionales de tal manera que podamos contar con otras personas como apoyo (algo necesario y súper bienvenido), pero que NO las necesitemos -tomando la palabra "necesitar" en un sentido literal-.
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