Paz mental, libertad, sinceridad, crecimiento, desarrollo, quererse a uno mismo, calma, liberación, naturalidad... todas estas estas palabras - escogidas por vosotras y vosotros en respuesta a la pregunta «¿qué os transmite esta foto?», en Instagram (https://www.instagram.com/montsecazcarrapsicologia/) - me recuerdan a un concepto esencial para experimentar plenitud, realización y todo lo anterior: la autenticidad.
Ser auténtico significa ser fiel a uno mismo: a nuestros valores, a nuestro principios, a nuestra forma de ser; independientemente de las situaciones; independientemente de quien nos rodee.
Ser auténtico, ser real, ser genuino; nos acerca a la plenitud y a la liberación, a la vez que nos recuerda que no debemos fingir; que está bien ser como somos, que nos aceptamos.
Ser auténtico no es tan fácil como nos gustaría. En ocasiones entraña dificultades como poner límites, mostrar una opinión contraria a la de las personas que nos rodean, actuar de forma contraria a la que los demás esperan, no cumplir sus expectativas. Y todo esto implica ser asertivo; una competencia útil y necesaria, a la vez que compleja.
Compleja porque se necesita coraje y valentía para atrevernos a ser nosotros mismos; a ser transparentes y «quedar expuestos» a la mirada ajena y a lo que puede suponer.
O porque no siempre disponemos de tiempo suficiente como para preguntarnos cuáles son nuestros valores, y si los aplicamos a diario, en nuestra vida.
O puede que no estemos preparados para no cumplir con las expectativas que quienes nos rodean tienen sobre nuestra persona, sobre qué debemos opinar, sobre cómo debemos comportarnos y sobre cuáles deben ser nuestras máximas.
O puede que no estemos dispuestos a «sacrificar» la comodidad actual; que precisamente puede ser el peaje que debemos pagar para poder alcanzar la autenticidad.

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