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  • Foto del escritorMontse

Te han hecho tanto daño que cuando alguien te trata bien, no sabes cómo reaccionar

Actualizado: 13 abr 2020

Sucede que cuando nosotros/as mismos/as nos hablamos mal, nos menospreciamos, nos infravaloramos en nuestro diálogo interior, nos lo acabamos creyendo. Es más, es posible que acabemos actuando "demostrando" (de manera inconsciente, a modo de autosabotaje) que somos aquéllo que nos decimos, algo así como una profecía autocumplida.


Muchos/as de nosotros/as pasamos por momentos en los que no nos sentimos bien, en que nuestra autoestima está debilitada. Sin embargo, caer en esta "trampa" de la autoestima es peligroso.


Si nos lo creemos y tenemos una imagen muy pobre de nosotros/as mismos/as es mucho más probable que, cuando alguien no nos trate bien, no solamente lo pasemos por alto, sino que es posible que ni nos demos cuenta. ¿Por qué? Porque nosotros/as mismos/as nos tratamos igual de mal. Porque nosotros/as mismos/as nos hacemos sentir exactamente así. De hecho, no seremos conscientes de que hay otras maneras de tratarnos; justamente porque no las conocemos.


Es en estas circunstancias en las que acabamos en el terreno pantanoso de pensar que tenemos "lo que merecemos". Por algún motivo acabamos concluyendo que la otra persona tiene derecho a no tratarnos bien porque no le hemos dado motivos para lo contrario. Tenemos la sensación de que TODO, absolutamente todo lo hacemos mal. Entonces... ¡¿cómo no nos van a tratar así?!


¿Imaginas cómo se encuentra nuestra autoestima en esos momentos?


Y de repente, alguien nos trata bien.


Descubrimos que hay otras formas de tratarnos. Aunque no acabamos de entender muy bien por qué nos tratan así, tan bien. Con amabilidad, respeto. De hecho, es posible que incluso nos despierte suspicacias. Desconfiamos; ¿por qué nos tratan así, si no nos lo merecemos?


Y es que cuando nos han hecho daño, las heridas son profundas. Tanto, que acaban cambiando la forma en que vivimos las relaciones, lo que permitimos a nuestras parejas. Tanto, que cuando alguien nos trata bien, no sabemos cómo reaccionar. Porque nos hemos acostumbrado a que no nos tratasen bien, que el mensaje caló, y acabamos pensando que lo merecíamos.



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