"No puedo soportar la idea de perderle", "no podría vivir sin él/ella", "sin él/ella no soy nada". Son pensamientos cliché que se nos han presentado como consecuencia lógica de amar a alguien; como algo aceptable y hasta deseable si verdaderamente queremos a la otra persona.
Pero la realidad es bastante distinta: no reflejan amor, sino una relación cuyo apego probablemente sea poco sano.
La dependencia emocional empieza en el punto en que la ausencia de nuestra pareja nos genera malestar, o bien somos incapaces de funcionar con normalidad (p.e. solucionar problemas, tomar decisiones...) sin la "aprobación" de nuestra pareja.
Amar y ser amado debe ser un sentimiento profundo y gratificante, que nos proporcione felicidad, que nos aporte , que nos permita crecer. Por lo contrario, los pensamientos presentados al inicio de este post encajan más con cierta dependencia y sufrimiento.
Si partimos de la base de que "perder" a nuestra pareja va a ocasionarnos un sufrimiento insoportable y va a tener consecuencias a nivel estructural en nuestra persona ("¿quién soy yo, sin esa persona?"), es evidente que vamos a esforzarnos al máximo para evitar que eso pase. Es probable que nos esforcemos tanto, que dejemos de lado nuestras necesidades y prioricemos las de la otra persona. Tanto, que hagamos lo que sea necesario para mantener a la otra persona a nuestro lado; incluso si eso implica actuar en contra de nuestros valores. Es en este punto que podríamos hablar de patrones de dependencia y sumisión.
Como resultado, la relación no solamente se estanca, sino que se convierte en algo que más que aportarnos, nos resta y genera sufrimiento.
Algunas de las consecuencias de las relaciones de dependencia y sumisión son (según Ghedin): presencia de celos, violencia psicológica y física, angustia, depresión, deterioro de la funciones parentales, hijos rehenes de los conflictos entre los padres, aislamiento social, postergación de los proyectos personales...
Si consideras que cumples algunos de los criterios mencionados, o te sientes identificado/a con los pensamientos que mencionábamos al principio de este post, te animo a reconsiderar tu modelo de relación. ¡Puedes reformularlo y cambiarlo!
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