Los seres humanos estamos programados para conectar.
Conectar significaba, para nosotrxs, cuando éramos pequeñxs, estar cerca de nuestras figuras de apego y, como consecuencia, aumentar las probabilidades de sobrevivir.
Con tal de mantener la conexión, hemos podido llegar a adoptar patrones que son perjudiciales para nuestro bienestar emocional. Y, que sea así, tiene mucho sentido pues, recordemos, de esa conexión dependía nuestra supervivencia, cuando éramos bebés.
Y, cuando para mantener la conexión con nuestras figuras de apego, hemos aprendido a dejar de lado nuestras necesidades emocionales, es más probable que el patrón de la autotraición siga manifestándose en la edad adulta, especialmente en aquellos vínculos en los que nos sentimos más vulnerables.
Pero, ¿qué significa autotraicionarse? Veamos algunos ejemplos:
- ¿Dejas de lado tus necesidades emocionales?
- ¿Te esfuerzas muy por encima de tus posibilidades, poniendo tu bienestar en riesgo o tus necesidades en jaque?
- ¿Dices sí cuando, en realidad, quieres decir no a menudo?
- ¿Te sorprendes a ti mismx actuando en contra de tus valores?
- ¿Haces de menos tus emociones, las intentas acallar o no pides ayuda cuando lo necesitas?
- ¿Optas por no poner límites y por callarte aquello que te molesta o que perjudica tu bienestar?
- ¿Renuncias a tus objetivos, metas, intereses, sueños...?
- ¿Priorizas a tu pareja o al vínculo S-I-E-M-P-R-E, incluso cuando hacerlo va en detrimento de tus necesidades?
- ¿Te quedas en relaciones que te hacen daño?
Importante: que suceda en una ocasión no podría considerarse una autotraición. Recordemos que hablamos de patrones (tendencias), por lo que la sistematicidad debe estar presente.
¿Y qué podemos hacer al respecto? Un trabajo interno que empieza por ser consciente, que pasa por desaprender aquello que aprendimos para «sobrevivir» y que ya no necesitamos, y que requiere que aprendeamos nuevos patrones de conexión y vinculación; unos patrones más sanos, constructivos y beneficiosos para nuestro bienestar e identidad.
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