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  • Foto del escritorMontse

Apego ansioso, «Mi felicidad depende de ti».

Mi felicidad depende de ti. Esta es la sensación que me llevo siempre que me encuentro con un apego de tipo ansioso.


Abro paréntesis. El apego ansioso es un tipo de vinculación en el que predomina la inquietud/ansiedad, la posesividad y la inseguridad para con respecto a la relación con la persona amada. Cierro paréntesis.


«Mi felicidad depende de ti», pues, puede traducirse en:


1. «Mi felicidad depende de que sienta que me quieres».


2. «Mi felicidad depende de perciba que sientes lo mismo que yo siento por ti».


3. «Mi f elicidad depende de que sienta que me proporcionas la seguridad y confianza que necesito (para mantener mis inseguridades a raya)».


Todo lo anterior suele tomar forma de pensamientos del tipo:


💬«Cuando él/ella es feliz, yo también lo soy.»

💬 «A mí lo que me importa es hacerle/a feliz.»

💬 «Yo lo único que quiero es que estemos bien.»

💬 «Le/la necesito, y necesito que él/ella me necesite de la misma forma.»

💬 «No sé qué haría sin él/ella.»


Descontextualizadas, estas frases pueden llegar a parecer inofensivas. Sin embargo, tienen un trasfondo doloroso en el que experimentamos paz mental a través de nuestra pareja y solamente si nuestra relación nos proporciona el nivel de seguridad que nuestras inseguridades (a menudo irracionales) necesitan.


Como consecuencia:


Cuando decimos «Cuando él/ella es feliz, yo también lo soy», en realidad, queremos decir algo así como «solamente me siento tranquilo/a si siento que mi pareja es feliz». Lo que se traduce en «si siento que es suficientemente feliz conmigo como para que no decida irse (y abandonarme)».


Pero claro, eso de «siento que mi pareja es feliz» puede ser muy subjetivo, no solamente por el concepto de felicidad en sí mismo, sino también porque es posible que a nuestros ojos, y con el influjo de las inseguridades, jamás veamos a nuestra pareja suficientemente feliz como para decidir quedarse, porque en el fondo nos sentimos incapaces de «hacer» feliz a nuestra pareja.


Cuando decimos «A mí lo que me importa es hacerla feliz», vamos más allá del «quiero que mi pareja sea feliz». ¡¿Quién en su sano juicio no querría eso?! Esa no es la cuestión; sino qué estamos dispuestos/as a hacer o a renunciar con la única finalidad de hacer que nuestra pareja sea feliz.


Y, por otro lado, ¿quién dice que su felicidad esté en nuestras manos?, ¿es una responsabilidad que nos pertenece?


A lo anterior añadiría, ¿no nos basta con ser como somos, con ofrecer lo que podemos ofrecerle, sino que «debemos hacerla feliz», debemos esforzarnos para ello?


Cuando decimos «Yo lo único que quiero es que estemos bien», no solamente estamos diciendo «quiero que estemos bien»; ¡por supuesto que queremos estar bien con nuestra pareja, que nuestra relación fluya! Sino que este mensaje va más allá y a menudo suele ser un: «si para que estemos bien tengo que renunciar a… o saltarme mis límites, o dejarme de lado, etc., lo haré; porque yo lo único que quiero es que estemos bien».


Entonces, yo me pregunto: ¿cuál es el precio de «estar bien»? Y, en realidad, después de dichos sacrificios, ¿estaremos (estaré yo, que también formo parte de la relación de pareja) bien?


Cuando decimos «Le/la necesito, y necesito que él/ella me necesite de la misma forma», solemos pensar en reciprocidad; ¡¿acaso no es normal necesitar a tu pareja?! Diría que depende; depende de qué signifique ese necesitar a efectos prácticos; depende de qué necesites de él/ella, y para qué necesitas que él/ella te necesite de la misma forma.


En este sentido, no hablo de cuestiones funcionales, de ser un equipo («puedo contar con mi pareja para… y mi pareja puede contar conmigo para…»), sino más bien se trata de un: «cuando estoy sin él/ella siento que le echo mucho de menos, mucho; quiero saber de él/ella constantemente; y quiero que él/ella experimente lo mismo, que me necesite; porque solamente si me necesita de la misma forma que yo le necesito a él/ella, me siento seguro/a de la relación y me alejo de la idea de que pueda irse (y abandonarme)»).


En este punto, no estamos teniendo en cuenta que en una pareja nadie debe necesitar a nadie, sino que debemos decidir quedarnos, querer estar libre y conscientemente con el otro; solamente así podremos optar a una relación plena… y sana.


Y, por último, pensamientos como «No sé qué haría sin él/ella», pueden esconder mensajes como «tengo mi vida hecha de tal forma que, sin mi pareja, me costaría volver a acostumbrarme a una nueva rutina».


Sin embargo, mensajes como «no sé qué haría sin él/ella» suelen ir más allá: «si me deja, el dolor va a ser insoportable», «sin él/ella no soy nada», «soy lo que soy gracias a mi pareja», «sin mi pareja estoy perdido/a», «no concibo una vida sin él/ella», «no voy a encontrar a nadie, me voy a quedar sólo/a».


Todos estos pensamientos nos atan a nuestra relación de pareja, y dibujan un futuro en el que nuestra situación lejos de ser alentadora, es más bien algo que debemos evitar a toda costa.


¿Adivináis que sucede entonces? Que los anteriores mensajes cobran todavía más peso y, como resultado de todo lo anterior, se hace mucho más probable que acabemos experimentando la tan temida dependencia emocional.




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