El resultado de algunas sesiones me recuerda que entender puede resultar muy terapéutico.
A veces, la falta de respuestas nos lleva a otorgarnos mayor responsabilidad de la que verdaderamente tenemos.
Entender el motivo por el que sucede lo que nos sucede, o la razón por la que sentimos como nos sentimos y, sobre todo, la causa de la conducta de las personas que nos rodean; puede llevar a eximirnos de una parte de la responsabilidad o, al menos, desprendernos de la sobrerresponsabilidad "extra" que hemos asumido ante la ausencia de respuesta a nuestras preguntas.
Al entender que la responsabilidad es compartida, o que hay un motivo de peso que nos deja fuera de la ecuación, podemos respirar con cierto alivio: ya podemos dejar de buscar en nuestra persona, en nuestra conducta, en nuestras palabras, razones por las cuales nos sucede lo que nos sucede y, sobre todo, motivos por los que los demás actúan como actúan.
Y lo anterior, sobrerresponsabilizarnos, suele suceder cuando, en un intento de comprender, y haciendo uso de la autocrítica, intentamos modificar nuestra actitud y conducta para que no se produzcan los mismos resultados en próximas situaciones. Una aproximación del todo acertada... si no fuera porque, aunque tenemos el papel protagonista de nuestra vida, en lo relacional no somos los únicos actores; sino que compartimos escenario con otras personas. Personas que sienten, que piensan, que actúan y que llevan una mochila que pesa tanto o más que la nuestra. Y que, a veces - dicho sea de paso - menos a menudo de lo que nos gustaría, puedw que no apuesten por hacerse las preguntas clave que nos hacemos y, por lo tanto, están "lejos" (por así decirlo) de llevar a entender, de asumir su parte de responsabilidad necesaria para cambiar, crecer y facilitar que su entorno deje de hacerse las mismas preguntas.
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