Escribir, escribir, escribir. Si me preguntáis por el hábito más sano para gestionar emociones, lo tengo claro: escribir. Identificar lo que nos pasa por la cabeza (o "pescar" los pensamientos, como suelo decir yo) y dedicarles unos minutos de nuestro tiempo a reflexionar sobre ellos. ¡Una pequeña inversión que garantiza resultados a corto plazo! Ni qué decir del altísimo valor terapéutico de lo que escribimos:
- Por un lado, escribir nos ayuda a conoceros mejor. Al dedicar unos minutos a "pescar" y desgranar nuestros pensamientos, podremos entender mejor qué hay detrás, cuáles son los mensajes implícitos, qué nos dicen, qué dicen de cómo somos...
- Por otro, escribir nos permite gestionar las emociones de forma más efectiva al descargar parte de la intensidad emocional en el papel. De esta forma, sacaremos algunas de las piedras que llevamos en la mochila y, al acabar, ésta nos pesará un poco menos.
- Además, a mí particularmente, en mi rol como psicóloga, me permite conocer mejor cómo funciona la mente de las personas a las que tengo el placer de acompañar. Y tú, ¿escribes?, ¿...o te animas a hacerlo?📝
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