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  • Foto del escritorMontse

¿Le doy un ultimátum?

«Si la situación no cambia tendremos que dejarlo». Llega un momento en el que lo pensamos tan a menudo que acabamos aceptando la realidad: puede que tengamos que poner punto y final a la relación.


Una parte de nosotras/os lo entiende. Esa misma parte es la que prioriza nuestro bienestar; la que escucha nuestras emociones y comprende que una relación de pareja no «debe» ser motivo de tanto agotamiento y malestar.


Pero hay otra parte que se resiste: «¿De verdad tenemos que dejarlo?, ¿de verdad no va a hacer los cambios que le pido?».


Y es justamente esta parte la que nos lleva a pensar en qué podemos hacer para que nuestra pareja vea la importancia de los cambios que le pedimos, que entienda que son condición sine qua non para que nos quedemos en la relación.


Y, de repente, damos con una potencial solución que se reduce a una palabra: «ultimátum».


Según la Wikipedia, un ultimátum es «una resolución definitiva que establece un periodo específico para que se cumplan unas exigencias determinadas y que viene respaldada por una advertencia que será cumplida en caso de que las exigencias no se satisfagan».


En la vida real, un ultimátum se traduce en: «Si la situación no cambia, no estoy segura/o de poder seguir con la relación», «tendremos que dejarlo, si no cumples con tus promesas», «o cambias o lo nuestro se ha acabado».


La primera parte la tenemos clara: es de nuestro interés; es justamente lo que queremos: que se cumplan unas exigencias determinadas.


La segunda parte es un poco más delicada... y confrontativa: «¿Estás preparada/o para cumplir con "tu" parte, si las exigencias no se cumplen?», pregunto en consulta.


Es justamente esto lo que diferencia un ultimátum del bucle de peticiones de cambio y promesas que no se cumplen que seguramente preceda al ultimátum.


Y es que un ultimátum es confrontativo para todas las partes: ambas partes deben cumplir, aunque ambas pueden decidir no hacerlo.


Sí, eso es posible: doloroso, pero lícito. Y, si nuestra pareja decide no cumplir con su parte, entonces nos toca cumplir con la nuestra.


Y hacerlo se convierte en condición imprescindible para que la situación avance, para desencallar el bucle en el que nos encontramos: o nos quedamos o nos marchamos. Una tercera opción sería quedarnos a pesar de que las condiciones del ultimátum no se cumplan. Pero, ¿qué mensaje implícito mandamos a nuestra pareja si, tras un ultimátum que no se cumple, nos quedamos? Y es que los ultimátums traen consigo decisiones difíciles, en tanto que empañadas de una clara implicación emocional.




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