Sí, por supuesto que sí. Pero, siendo honesta, creo que antes deberías hacer algún que otro trabajillo interno.
Puede que tu pareja exhibiera conductas tóxicas que fuiste normalizando a base de escoger quedarte en la relación por miedo a la ruptura.
Puede que tú exhibieras conductas tóxicas fruto de no saber hacer las cosas de otra forma.
Puede que fueran las dinámicas las que se volvieran tóxicas: discusiones que se eternizan, conflictos que escalan en cuestión de segundos...
Puede que la naturaleza del vínculo fuese tóxica: puede que, de tanto empeñaros en estar juntos/as, no fuéseis conscientes de las consecuencias de las renuncias y los sacrificios que debíais hacer para mantener el vínculo; puede que estos fuesen tan significativos que, para mantener la relación a flote, os habéis ido abandonando a vosotros/as mismos/as.
Sea como fuere, una relación tóxica deja huella: en nuestro bienestar inmediato, es evidente; pero también en nuestra forma de ver y vivir las relaciones.
Lo que hagamos con esta huella es responsabilidad nuestra. Puede que nos quedemos con esos aprendizajes incorporados de forma inconsciente, que no hagamos nada con ellos, y que «permitamos» que se manifiesten en nuestras futuras relaciones.
O puede que tomemos distancia, nos exploremos desde la curiosidad (huyendo de los juicios) y que seamos conscientes de aquellos patrones que hemos ido incorporando y que se encuentran en la raíz de nuestro malestar.
A esto yo le llamo «exprimir la ruptura».
Parece más cómodo (no sé si es la palabra más adecuada) intentar hacer borrón y cuenta nueva: la tormenta ya ha pasado, tratemos de olvidar.
Pero esta aproximación nos lleva a dejar de lado todo aquello que hemos aprendido y que podemos aprender: sobre las relaciones, sobre las dinámicas y sobre nosotras/os mismas/os. Un aprendizaje que, sin duda, contribuirá a que entremos en futuras relaciones, no sé si con buen pie, pero definitivamente con una mirada distinta.
Algunas personas «exprimen la ruptura» de forma natural.
Otras - quizás aquellas que han aprendido a dejar sus emociones de lado, a anestesiar lo que sienten para que la relación funcionase - pueden necesitar un empujoncito (o, mejor dicho, una mano amiga que las acompañe en le proceso). Si crees que es tu caso, ponte en manos de quien pueda acompañarte en el proceso de exprimir los aprendizajes que trae consigo esa dolorosa ruptura tanto si ya ha tenido lugar, como si sientes que, para recuperar tu bienestar, debe tenerlo.
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