Nuestro objetivo no debe ser conseguir una Navidad como la de las películas, con cenas, familias y regalos “perfectos”; sino unas fiestas tranquilas, sin estrés ni conflictos. ¿Qué puedes hacer al respecto?
- Sé asertivo: si no estás de acuerdo con la imagen de Navidad que nos “vende” la sociedad y las campañas publicitarias, no sigas sus criterios. Vive la Navidad según tus criterios personales acerca de cómo y con quién celebrarlas.
- Sé crítico con respecto a la versión idealizada de la Navidad.
- Quédate con la parte positiva: seguro que la hay; intenta encontrarla. Si te quedas con lo negativo, seguramente sólo consigas mantener la tristeza por más tiempo.
- Ajusta tu presupuesto a tus posibilidades económicas y a tus consideraciones éticas: es posible hacer regalos simbólicos; el afecto no debe medirse por el dinero gastado.
Por último, recuerda que la tristeza producto de la Navidad es pasajera. Estar triste temporalmente no resulta un problema; pero es importante no permitirle que se instale en nuestra vida más allá del periodo festivo.

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