"Quiero cambiar a mi pareja, ¿cómo lo hago?" es la pregunta que os lanzaba ayer en stories (Instagram @cazcarra_psicologia). Antes de nada, agradeceros vuestras respuestas. Ya sabéis que me resulta tremendamente enriquecedor que compartamos nuestros puntos de vista (y que no solamente tengáis el mío como referente). Había preparado un post al respecto pero me ha parecido más interesante analizar vuestras respuestas.
Algunas de ellas iban en el sentido de: "ni te molestes en cambiar a tu pareja" o "si tienes que cambiar A tu pareja, mejor que cambies DE pareja". Estoy de acuerdo con estas respuestas, salvo por los siguientes matices:
1. Prefiero apostar primero por la posibilidad de poner las cosas sobre la mesa e intentar renegociar la situación. Quizás lo que no me gusta es algo que mi pareja comparte, algo que él o ella también quiere cambiar. Entonces, ¿por qué no intentarlo?
Eso sí, siempre, siempre (condición sine qua non), la persona a cambiar debe ser el agente de cambio. Debe quererlo. Y no solamente eso: debe creer en que dicho cambio le aportará algo positivo, que mejorará su vida. De lo contrario, os tomo la palabra y digo: "ni lo intentes".
2. Depende del tipo de cambio. Si estamos hablando de una conducta que no nos acaba de encajar, ¡adelante!, verbalicémoslo y pongámonos en el punto 1.: renegociemos.
En cambio, si se trata de algo estructural como lo son los valores o las metas vitales, entramos en un terreno pantanoso del que no vamos a salir bien parados - ninguno de los dos -. Es en este mismo terreno pantanoso donde los "cambios" son vistos como "sacrificios". Aquello que, aunque en su momento aceptamos a regañadientes, acabamos poniendo sobre la mesa en el futuro, fruto de la frustración de haber tenido que claudicar.
Es por esto que considero que no es justo que pidamos ciertos cambios. De la misma forma que debemos ser libres de decir: "no, no quiero cambiar".
Este punto nos cuesta, incluso más que renegociar, porque si no hay un "match" entre lo que buscamos y lo que nos ofrecen, solamente nos queda una opción: poner fin a la relación.
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