La reciprocidad es un aspecto muy importante en la relación. Si no la hay, es muy probable que tengamos la sensación de que nuestra relación está desequilibrada. Y eso resulta tremendamente frustrante y desalentador.
Cuando una relación no es recíproca, termina convirtiéndose en un vínculo asimétrico.
No hay ninguna relación en la que la reciprocidad sea del 100% porque no se puede medir. La reciprocidad, de hecho, es una cuestión subjetiva; un concepto abstracto sujeto a nuestra percepción y esta, a su vez, depende de nuestra historia, de cómo hayan sido los vínculos anteriores y de la seguridad del vínculo actual.
Identificar los aspectos en los que no hay reciprocidad nos ayudará a entender el porqué de nuestro malestar, a explorar qué necesitaríamos al respecto y a decidir si queremos hacer algo con esta información (expresarla a nuestra pareja o, si ya lo hemos hecho, valorar poner límites o tomar otro tipo de decisiones con el objetivo de cuidarnos y protegernos).
Importante también tener en cuenta que la reciprocidad no es una cuestión del todo o nada, de blancos y negros; sino que se mueve en las escalas de grises, pues es cuestión de grado.
Es también importante entender que las relaciones cambian, igual que lo haen nuestras necesidades. Como individuos, evolucionamos, por lo que es posible que en el pasado la relación no fuese recíproca y que ahora sí lo sea; y vice versa.
Algunos de los aspectos que nos ayudarán a valorar el nivel de reciprocidad de la relación son:
1️⃣ Sueles iniciar tú las conversaciones, sobre todo aquellas enfocadas a expresar cómo os sentís, a avanzar y progresar como pareja, a construir intimidad, a solucionar problemas y a abordar los conflictos que se dan dentro de la relación.
2️⃣ Cambias de planes frecuentemente para que podáis pasar tiempo en pareja, de lo contrario, resulta prácticamente imposible compartir tiempo y espacio.
3️⃣ No das para recibir, pero aún y así sientes que lo que recibes queda muy descompensado con lo que das (y no es algo puntual, fruto de que tu pareja pase por una mala racha y no pueda atender tus necesidades emocionales de forma esporádica; sino que más bien se trata de una dinámica muy instaurada).
4️⃣ A la hora de hacer planes tienes en cuenta a tu pareja, pero no sucede lo mismo cuando la situación se invierte. No se trata de pedir permiso, sino de asegurarnos de que haya espacio para el desarrollo de la individualidad a la vez que hay espacio para la pareja.
5️⃣ Te aseguras de que las necesidades de tu pareja estén satisfechas y te centras en ellas, incluso dejando de lado las tuyas (a veces, la asimetría de la relación nace de una complacencia que tiene origen en el miedo al abandono; sí, porque, a veces, la ausencia de reciprocidad no viene dada por la negligencia de una parte, sino por la sobreprotección del vínculo por la otra parte).
6️⃣ Sientes que tu pareja da prioridad a sus necesidades, intereses, aficiones, actividades... Y eso está bien, siempre y cuando no sea en detrimento de los tuyos (es decir, que cuando pones los tuyos sobre la mesa, se descarta cualquier posibilidad de negociar y llegar a un término medio).
Para que un vínculo sea sano, es importante que tanto las necesidades de una parte como las de la otra sean tenidas en cuenta y satisfechas (quizá no al 100% pero sí lo suficiente como para sentir que, honesta y genuinamente, dentro de la relación, estamos bien).
7️⃣ Te da la sensación de que tus sueños y objetivos han quedado a un lado, que has hecho muchas renuncias para que la relación pueda seguir adelante.
8️⃣ Sientes que tu pareja puede irse si no llevas a cabo esto o lo otro, y te sientes en obligación de hacerlo (aunque no se haya verbalizado como tal, tú sientes que es así y los hechos te avalan).
9️⃣ Sientes que tienes que callarte lo que te molesta, para evitar que se genere un conflicto que, además de no solucionarse, va a empeorar la relación y anticipas que vas a tener que escuchar frases como «siempre estás igual», «otra vez lo mismo», «no busques problemas», «el problema es tuyo, a mí la situación ya me va bien».
🔟 Cuando le explicas algún punto de lo anterior a tu familia o amistades te sorprendes disculpando a tu pareja: «pero habitualmente no es así», «está pasando mala racha», «pero luego es un amor, ¿eh?». Y no es la primera vez.
Si te resuena lo anterior, en lugar de caer en buscar culpables, te animo a explorar las dinámicas, a identificar qué no funciona o qué te produce malestar, para valorar si quieres y necesitas hacer algo al respecto.
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