Cuando sufrimos miedo al abandono, en las relaciones nos sentimos como si estuviésemos caminando sobre una cuerda floja: puede que un paso en falso nos lleve a ese desenlace que tanto tememos, a que nos «abandonen».
Y lo pongo entre comillas porque nadie «abandona» a nadie; sino que se deja atrás una relación, se corta el vínculo, se decide romper... y, aunque nos sintamos abandonadas/os, no nos han abandonado per se.
Cuando sufrimos miedo al abandono conectamos con él muy rápidamente.
Es como si hubiésemos desarrollado un sexto sentido para detectar cualquier (minimísima) señal que pueda indicarnos que nuestra pareja (o personas muy cercanas) está a punto de dar el paso de «abandonarnos».
Si nuestra pareja está de mal humor, necesitamos que rápidamente nos confirme que no somos la causa.
Si nuestra pareja parece más distante, necesitamos que se reafirme nuestro vínculo.
Intentamos encajar por todos los medios, y esto significa simular que nuestros gustos son X y Z, cuando en realidad son A o B; hacer concesiones sin estar convencidos/as solamente «para que no se enfade»...
Si creemos que a nuestra pareja no le va a gustar nuestra opinión, pensaremos cómo expresarla una y mil veces, y puede que incluso entonces no la expresemos.
Si creemos que poner un límite puede significar un cambio drástico para mal en nuestra relación, no lo haremos - preferiremos aguantarnos con lo que hay porque creemos que las consecuencias, que nos «abandonen», serán todavía más dolorosas -.
El miedo al abandono nos lleva a «abandonarnos» a nosotras/os mismas/os en tanto que somos capaces de dejar de lado nuestros gustos, preferencias, opiniones, estándares y límites con tal de mantener a esa persona cerca.
Y puede que en infinidad de ocasiones todo esté bien, que el vínculo no vaya a romperse; incluso entonces, puede despertarse nuestro miedo al abandono y tomar las riendas de la situación.
Si nuestra relación nos ofrece seguridad a través de reciprocidad y consistencia, la herida de abandono no se activará tan frecuentemente y, por lo tanto, no nos generará tanto malestar como cuando en nuestra relación de pareja hay intermitencia, inconsistencia y 0 reciprocidad (hablamos de reciprocidad en este post).
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