La situación en la que nos encontramos, debido al confinamiento para aplanar la curva del contagio del coronavirus, nos supone múltiples retos. Algunos son obvios; otros no tanto.
Uno de los que nos puede pasar desapercibido es el miedo a estar solos, a solas con nosotros mismos.
Tanto si trabajamos desde casa, como si lo hacemos fuera o no podemos trabajar en absoluto, el confinamiento ha reducido las actividades socioculturales a aquellas que podemos hacer sin salir de nuestro hogar. Como consecuencia: una gran cantidad de tiempo libre.
¡Mucho tiempo!
Demasiado, pensarán algunos.
Muchos de nosotros nos hemos preguntado: ¿qué voy a hacer yo con tanto tiempo libre?
Acto seguido nos hemos puesto a hacer una lista mental de todo lo que podemos hacer. Y está bien, por supuesto. Mantenernos ocupados nos hace sentir bien. Nos sirve de protector mental que preserva nuestro bienestar emocional.
Una de las conclusiones a las que seguramente hemos llegado es que es imposible ocupar todo nuestro día con actividades que nos hagan estar entretenidos, que nos estimulen.
Sin embargo, nuestro objetivo no debe ser ocupar TODO el día. Aunque suene tentador como forma de combatir el aburrimiento, también responde a otra necesidad que puede no resultar tan evidente: evitar pasar tiempo a solas, con nuestra mente, con nuestros pensamientos y nuestras emociones.
Lo cierto es que la inteligencia emocional es la gran olvidada del currículo escolar. Como consecuencia, nadie no ha enseñado cómo pensar ni cómo sentir para asegurar nuestro bienestar emocional. Por lo que es completamente comprensible que, cuando nos encontramos en la situación de estar momentos a solas con nuestra mente, se apodere de nosotros una sensación incómoda y solo de pensar tácitamente lo que puede suponer nos produce vértigo.
¿Porqué?
Porque si prestamos atención quizás nos encontremos con algo que no nos guste. Y entonces, ¿qué? Lo responsable sería dedicar tiempo y esfuerzo a trabajarlo. Pero no siempre estamos dispuestos a ello.
¿Cuál es la solución?
Podemos optar por seguir ignorando nuestros pensamientos y emociones, seguir ocupándonos las 24h. O bien decidir darles una oportunidad; conocerlos y valorar qué hacer con ellos. A lo mejor lo que vemos no nos gusta; o sí, quién sabe. Pero siempre existe la posibilidad de trabajar para que cada vez se parezcan más a lo que queremos.
Si eres de los que está dispuesto a explorar sus pensamientos, quizás te interesen los siguientes posts:
Y si quieres hacer algo de forma activa, pero tú solo/a no sabes cómo, no dudes en contactarme.
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