Resulta tentador. No vamos a encajar a la perfección con alguien, y es tentador intentarlo. «No hagas esto», «mejor hazlo así», «preferiría que...».
Detrás de estos comentarios existe una petición lícita y seguramente comprensible. Pero, al otro lado nos encontramos con una persona que, quizás, no comparta nuestras necesidades, nuestra manera de ver las cosas; y, por lo tanto, que no esté dispuesta a cambiar.
Todas y cada de nosotros/as tenemos potestad para decidir sobre nuestra persona y, por lo tanto, de decidir si cambiar o no.
De la misma forma, ¡atención!, que nosotros/as tenemos la potestad de decidir continuar o no en una relación con una persona que exhibe cierta conducta.
Es simple, en realidad, si lo piensas.
«Lo que ves es lo que hay; o lo tomas o lo dejas», es una afirmación contundente que me gusta utilizar en aquellos casos en los que, quien tengo delante se encuentra enganchado/a en un bucle sin fin, durante años:
1️⃣ Pido un cambio.
2️⃣ Hay cierto compromiso de cambio.
3️⃣ No hay cambios, todo sigue igual.
4️⃣ Lo pongo sobre la mesa. Se reitera el compromiso.
5️⃣ No hay cambios, todo sigue igual. La frustración aumenta. Surge la culpa por haber «permitido» esta segunda oportunidad.
6️⃣ Tras varios intentos, se pone sobre la mesa la posibilidad de dejar la relación.
7️⃣ La otra parte se lo toma como un ultimátum y muestra arrepentimiento junto con una aparente voluntad de, AHORA SÍ, cambiar. «Te prometo que voy a cambiar».
8️⃣ Esos cambios ¡por fin! tienen lugar, pero son de naturaleza tan volátil que en seguida se vuelve a lo de siempre.
9️⃣ Se vuelve a hablar de ello, modo ultimátum (de nuevo).
🔟 Y se vuelven a prometer los cambios, utilizando esos cambios que se llevaron a cabo en un momento muy concreto como precedente.
Y vuelve a reiniciarse el bucle. Pero, ahora con más dudas todavía: «Si han habido cambios, eso significa que puede cambiar... ¿Y si espero más?»
Si este bucle te suena familiar y el tiempo que llevas en él avala el hecho de que estás atrapado/a, y solamente encuentras malestar y migajas de confort, vuelve a releer este mensaje:
«Lo que ves es lo que hay; o lo tomas o lo dejas».
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