top of page
Foto del escritorMontse

Tú no eres el problema, tu pareja tampoco

Actualizado: 2 oct

Que tú no estés pidiendo demasiado y que tu pareja no pueda ofrecerte lo que necesitas, o viceversa, son dos realidad que pueden coexistir. Reserva esta conclusión y recuérdala a medida que vas leyendo este artículo ;)


Voy a desarrollarla.


En consulta nos encontramos con tres escenarios:


1) Nos cargamos con toda la responsabilidad del vínculo. Algo así como "si yo no necesitara tanto de esto... la relación iría mejor", "si yo no fuese tan así... no tendríamos tantos problemas".


¿Por qué?


Porque así nos hacemos cargo de lo que sucede, lo que significa que tenemos mayor control. Y el control nos proporciona una falsa y volátil sensación de seguridad.


¿La contrapartida?


Que el trabajo en el vínculo solo lo hace una parte. Como consecuencia, la relación se vuelve unidireccional y cero recíproca.


Además, si no conseguimos que funcione, nos quedamos con la sensación de que ha sido nuestra culpa. Nada justo pues, recordemos, en el vínculo hay más de una persona implicada. Además, puede que al llegar a esta conclusión, confirmemos creencias inconscientes como que "somos abandonables" o que "somos difíciles de querer", exacerbando nuestro miedo al abandono.


2) Cargamos a la otra parte con toda responsabilidad en forma de quejas y críticas que, con el tiempo, se convierten en reproches. Algo así como "si el otro cambia esto, vamos a estar bien".


Y nos empeñamos en que lleve a cabo esos cambios porque, de ser así, estaríamos bien. Lo que significa, en otras palabras, que no tendríamos que tomar decisiones como quedarnos en el vínculo y resignarnos a lo que nos ofrece; o bien dejar la relación.


E insistimos e insistimos en que haga cambios.


Y puede que nuestra pareja se comprometa a hacerlos. Y entonces caemos en la trampa de las promesas que pueden no cumplirse. Incluso, puede que nuestra relación termine funcionando a base de ultimátum.


3) La otra parte invalida nuestras emociones, nos hace comentarios o exhibe reacciones que nos llevan a concluir que nuestras emociones y necesidades son inadecuadas o demasiado.


Incluso, es posible que así lo verbalice.


Como resultado, creemos que tenemos que cambiar nuestro sentir; sentimos que nuestras emociones son inadecuadas, que deberíamos conectar con otras en determinadas situaciones; que no podemos fiarnos de nuestra percepción a nivel emocional. Incluso, que hay algo malo en nuestra persona.


Y puede que nuestra forma de expresarnos (quizá, desde la urgencia), no sea la mejor. Pero eso no significa que el sentir que hay detrás de lo que expresamos no sea válido. Son dos realidades que, de nuevo, coexisten :)


Este post no trata sobre relaciones en las que hay abuso emocional; sino sobre relaciones donde hay respeto pero en las que sufrimos porque vemos que, a pesar de que lo intentamos, no conseguimos hacer que la relación funcione. Y o bien cargamos con la culpa motu propio, o culpamos al otro, o el otro nos carga con la culpa.


Y esto nos frustra, nos desgasta, llena el vínculo de negatividad, merma nuestro bienestar y, cuando nos invalidamos o se nos invalida, las consecuencias son todavía peores para nuestra autoestima y para nuestro bienestar emocional en general.


Lo que no pensamos es que, quizá, la respuesta la encontremos en un concepto: incompatibilidad.


Puede que nuestras realidades emocionales, nuestra forma de entender y de vivir las relaciones, nuestros estilos de vida, nuestros valores o nuestras necesidades sean incompatibles.


Si bien es cierto que no es necesario que encajemos en todo, al cien por cien, en la totalidad de las situaciones, sí es necesario que haya cierto grado de compatibilidad.


¿Cuánto?


El suficiente como para que todas las partes se sientan satisfechas dentro del vínculo; que sientan que su bienestar se preservan, cuanto menos, sino se ve potenciado dentro del vínculo.


El concepto de realidades que coexisten a mí, particularmente, me encanta. ¿Por qué? Porque da respuesta a la complejidad de muchas de las situaciones que vivimos, a nuestra realidad emocional. Y porque nos ayuda a dejar de pensar en términos de buenos y malos; nos aleja de buscar quién está en lo cierto y quién se equivoca; y nos lleva a pensar en términos infinitamente más interesantes:


  • ¿Qué necesitas tú del vínculo para sentirte seguro/a en la relación, para sentir que la relación te llena?

  • ¿Qué necesito yo del vínculo para sentirme segura/o en la relación, para sentir que la relación me llena?

  • ¿Qué cuestiones te restan seguridad, y qué otras te ayudan a recuperarla?

  • ¿Qué cuestiones me restan seguridad, y qué otras me la aportan?

  • ¿Cómo de compatibles (o contrapuestas) son estas necesidades?

  • ¿En qué medida es posible que tanto tú como yo sintamos que nuestras necesidades son satisfechas dentro del vínculo?


En definitiva, ¿qué tan compatibles somos?


Y por ello me refiero a que no somos compatibles respecto a nuestra forma de vincularnos, de entender las relaciones de pareja, de ver la vida. O respecto a nuestros valores, a nuestros objetivos vitales, a nuestra forma de comunicarnos, de cuidarnos y de querernos.


Solo si dejamos de juzgarnos y de juzgar al otro, de culparnos y de culpar al otro, y tratamos de ver más allá, entendiendo las realidades emocionales, el sentir y las necesidades de ambas partes, podremos ver con mayor claridad qué sucede dentro del vínculo.


Hablo de dinámicas que suceden dentro del vínculo, de necesidades emocionales, de qué necesitamos para sentirnos seguros, cuándo perdemos la seguridad y cómo la volvemos a recuperar en Amor sano, amor del bueno.


Lo difícil de la cuestión es aceptar que es así, que las diferencias generan una brecha que, por más que intentemos, puede que no consigamos que no tenga impacto en nuestra relación, o en nuestra persona.


Esta brecha puede suponer renuncias que podemos hacer, en un inicio, con la mejor de las intenciones y sin que nos pese; pero que, con el tiempo, puede que supongan una autotraición en toda regla, renuncia demasiado grande como para conservar nuestra autenticidad y poder seguir velando por nuestras necesidades. Momento en que se evidencia la distancia entre nuestra persona y nuestra pareja.


¿Qué podemos hacer? Yo te propongo:


a) Revisa tus necesidades emocionales y recuerda: puede que tu forma de expresarlas (quizá, desde la urgencia) no sea la más adecuada; pero eso no significa que tus necesidades no lo sean. Identifícalas, dales sentido, valídalas y, si lo estimas conveniente, trabaja en torno a expresarlas de forma sana, respetuosa y empática (esto puede suponer aprender a regular tus emociones, para trabajar el cómo nos expresamos, si lo hacemos desde la urgencia).


b) Identifica cómo y desde dónde te vinculas: a veces, el miedo al abandono, el miedo a que la relación fracase, nos lleva a hacernos cargo del vínculo de forma unilateral.


c) Revisa si hay dinámicas o estrategias que pueden estar haciendo daño a tu pareja: si en lugar de expresar lo que necesitas, lo exiges; o caes en una crítica feroz.


d) Revisa también si hay dinámicas o estrategias pueden estar haciéndote daño: si tu pareja juzga cómo te sientes, si invalida tus emociones, si minimiza tu sentir, si utiliza etiquetas que te hacen daño. Comunícalo, expresa cómo te hace sentir, ofrece una alternativa e, importantísimo, observa qué sucede: si tu pareja cambia su forma de relacionarse con tu realidad emocional o si sigue usando las mismas respuestas. En caso afirmativo, valora poner límites y tomar otras medidas que te protejan.


e) Explora qué le sucede a tu bienestar desde el vínculo y, si deseas quedarte y seguir intentando que funcione a pesar de la incompatibilidad, pregúntale a tu bienestar (en sentido figurado), si quedarte a descubrir si lograréis hacerlo funcionar, es algo que puedes permitirte.


Si sientes que te gustaría trabajar en lo mencionado en este post y te gustaría que fuésemos nosotras quienes te acompañemos, escríbenos a través del formulario de contacto y te escribiremos para informarte sobre cómo trabajamos.


Si quieres saber más sobre las interacciones que suceden dentro del vínculo, como conseguir que estas sean más sanas y seguras, y lograr construir, así, una relación en la que tanto tú como tu pareja os sintáis a gusto, echa un vistazo a mi nuevo libro Amor sano, amor del bueno, disponible en tu librería de confianza, Amazon, Casa del libro, FNAC, El Corte Ingles, etc.










Otros posts que también te puede interesar...











Si tu situación te genera malestar y sientes que no cuentas con las herramientas para gestionarla, no dudes en buscar ayuda profesional especializada en el ámbito de las relaciones. Si deseas que seamos nosotras quienes te acompañemos en el proceso, estaremos encantadas de hacerlo. Puedes conocernos aquí y contactarnos desde el formulario de contacto.




3866 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page